Ni el Pizjuán, ni el Sevilla, ni Lopetegui, ni las bajas, ni el calamitoso arbitraje de Cuadra Fernández pudieron con un Real Madrid indomable que remontó un 2-0 en un memorable segundo tiempo. Los de Ancelotti, a los que les birlaron un gol legal a Vinicius, sellaron una remontada histórica e impresionante que puede valer una Liga. O casi.
Después de que el calvario de Champions ante el Chelsea acabara en gloria y resurrección, el Real Madrid debía descender a los asuntos mundanos de la Liga. Y la salida era morrocotuda. El Pizjuán siempre es mucho Pizjuán con su himno y tal, por mucho que el Sevilla de Lopetegui, otrora candidato al título, ahora firme asegurar la cuarta plaza después de habérsela pegado sucesivamente en Champions, Copa y Europa League.
Ancelotti, menos amigo de las rotaciones que Pedro Sánchez de decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, tenía las bajas de Casemiro y Mendy –igual que el día de la remontada ante el PSG– y optó por insuflar en el medio el músculo de Camavinga y en la defensa la polivalencia y compromiso de Lucas Vázquez, ese manitas al que uno llama cada vez que necesita una chapucilla en casa, ya sea de un grifo que se atasca o un cuadro que se ha descolgado de la pared. Lucas sirve para todo.
Sin novedad en el resto de un once al que volvía Militao y en el que se mantenían los demás intocables, de Courtois a Benzema. Por supuesto que jugaba Kroos después de su desplante del martes porque Ancelotti tiene más concha que un galápago y no va a castigar al alemán para alterar el ecosistema del vestuario… y del palco.
En el Sevilla Lopetegui sentaba a Ocampos pero recuperaba atrás a Acuña, un defensa de los de antes, de esos que dan miedo hasta en el calentamiento. Arriba, le sobraba dinamita con los Papu Gómez, Lamela, Tecatito Corona o Martial.
Dos sopapos del Sevilla
El Pizjuán entonó el himno con el sentimiento de quien canta una saeta de Semana Santa y arrancó el duelo. En los primeros compases se confirmó que Kroos era el mediocentro posicional y Carvajal el lateral zurdo. La conexión Vinicius-Benzema generó la primera ocasión visitante antes de los cinco minutos. Respondió el Sevilla con una maniobra de Martial que sentó a Militao, se giró en una baldosa y armó la pierna para disparar fuera.
El partido había nacido con un punto de orden y seriedad que daba noticia de lo que se jugaba en el Pizjuán. El Real Madrid cocinaba la posesión y sólo aceleraba en los últimos metros. El Sevilla no se arrugaba con la pelota y replegaba prietas las filas. En el 18 el árbitro y el VAR perdonaron un penalti por mano de Diego Carlos, pero ambos apreciaron que la acción no había sido voluntaria.
En la jugada posterior Lucas Vázquez se hizo un lío en la salida de la pelota y regaló el balón al Sevilla. Modric no tuvo más remedio que hacer falta en la frontal. La botó Rakitic, se metieron dos jugadores del Sevilla en la barrera (algo antirreglamentario), se abrió Militao con un gesto tan antiestético como siempre, la pelota pasó por su sitio y se coló para hacer el 1-0 ante el que nada pudo hacer Courtois.
El tanto noqueó al Real Madrid, que se hizo el harakiri en cinco minutos. Corona reventó la espalda del siempre descolocado Militao, regateó a Courtois, que le hizo penalti, pero siguió la jugada y marcó Lamela, que se incorporaba de segunda línea sin que nadie le estorbara siquiera. Vibraba el Pizjuán y se animaba la Liga.
Ancelotti pasó a Camavinga a la posición de pivote cuando ya estaba amonestado y perfectamente se pudo ir (se debió ir, mejor dicho) a la calle por una entrada a Martial en la que llegó tarde por estar mal colocado. El Real Madrid lo fiaba todo a la inspiración de Benzema, bien secado por esa imponente pareja de centrales que forman Koundé y Diego Carlos. Karim tampoco tenía cuerpo. Lo intentó en un par de incursiones que acabaron en poca cosa.
Reacciona el Madrid
Y así llegamos al descanso, con 2-0 para el Sevilla, Ancelotti enfadado con su equipo y con el mundo y el Real Madrid dispuesto a darle emoción a una Liga que estaba medio sentenciada. En el intermedio Carletto se dio cuenta de que Camavinga iría a la calle y metió en su puesto a Rodrygo. Fede Valverde pasaba a ser centrocampista al lado de Kroos y Modric. Lopetegui metió a Óliver Torres por el Papu Gómez.
Benzema en el 47 perdonó un mano a mano ante Bono. Lo resolvió con un tiro raso pero más amable que un dependiente de El Corte Inglés. Fue un aviso de lo que llegaría después. Carvajal y Vinicius conectaron por la banda izquierda y el brasileño asistió a Rodrygo, que se disfrazó de Benzema para marcar en el área pequeña. Al Real Madrid aún le quedaba una vida.
El tanto espoleó al líder, que cocinó cuatro ocasiones en tres minutos. Sólo la mala puntería y la mala fortuna privaron al Real Madrid del marcar el segundo. Dudaba Lopetegui y temblaba el Pizjuán. Y apretaba mucho el equipo de Ancelotti. Julen movió el banquillo en el 60 y metió a Gudelj y Augustinson.
Pero el partido era del Madrid. En el 62 de nuevo el gol hizo la cobra a Benzema después de una buena maniobra de Rodrygo en el pico del área. El venenoso disparo de Karim se marchó a la derecha de la portería de Bono. Tardó diez minutos en reaccionar el Sevilla, que se asomó al área de Courtois con un cabezazo de Rafa Mir que se marchó a las nubes.
En el 74 marcó Vinicius con una media volea en el segundo palo. Cuadra Fernández, que estaba perpetrando un arbitraje calamitoso, lo anuló por una mano que sólo existió en su imaginación. Como el brasileño la había parado con el hombro, el VAR le avisó al colegiado para que rectificara su decisión. El Pizjuán se le echaba encima, así que el árbitro tuvo el cuajo de ratificarse en su decisión y anular un tanto que debió subir al marcador.
El partido se volvió loco de atar por culpa de un pésimo colegiado, que desesperó a todos los jugadores del Real Madrid. Ancelotti hizo dos cambios en el 80: Kroos y Modric fuera, Nacho y Asensio dentro. El Madrid sacó entonces toda su ira para empatar el partido. Por cierto, que pudo haber de una falta de Carvajal a Óliver Torres, que asistió a Nacho para marcar en el barullo del área de Bono.
El Real Madrid volvió a entrar en trance en los últimos minutos. Pudo marcar Benzema en el 83, pero su disparo se marchó fuera. El acoso visitante se prolongó hasta el final y no pudo resistir el Sevilla. En el 91 Benzema por fin abrochó una jugada maravillosa que premiaba el ímpetu y la insistencia del Real Madrid para marcar el definitivo 2-3. Lo había merecido el líder y lo acabó logrando. El segundo tiempo del Madrid fue para enmarcar y por eso consiguieron un triunfo que vale una Liga. O casi.